sábado, 14 de febrero de 2009

Una joven hablaba con su padre y se quejaba acerca de la vida y lo difícil que era para ella alcanzar metas.

-No sé que hacer, papá, en ocasiones siento que voy a desfallecer, con deseos de renunciar a todo, hasta a la propia vida. Me siento cansada de luchar. Cuando un problema se resuelve, otro nuevo surge...

Su padre, que trabajaba como cocinero, la llevó a la cocina. Llenó tres cazuelas pequeñas con agua y las puso a calentar al fuego. Cuando el agua comenzó a hervir, el hombre colocó dentro de la primera zanahorias, en la segunda huevos y en la tercera granos de café. Los ingredientes quedaron así, cocinándose por varios minutos, mientras que la impaciente hija se preguntaba el significado de todo aquello.

Al cabo de 20 minutos, el señor apagó las hornillas. Sacó la zanahoria de la cazuela, la colocó en un plato e hizo lo mismo con el huevo.Finalmente, tomó una taza y sirvió el café en la misma.

-Hija, ¿Qué ves?, preguntó el papá.-Veo zanahorias, huevos y café, respondió ella.

Tomando a su hija de la mano, le pidió que tocara la zanahoria.
Al hacerlo notó que estaba blenda y suave.Le pidió entonces que tomara un huevo y lo rompiera. Al quitarle la cáscara, encontró el interior del mismo endurecido. Posteriormente le pidió que probara el café; y así lo hizo, deleitándose con su rico aroma.
-¿Qué quieres decirme con esto, papá?, preguntó la hija.

El hombre le explicó que cada uno de aquellos ingredientes se habían enfrentado a la misma adversidad, al agua caliente, sin embargo, cada uno de ellos había reaccionado en una forma distinta: la zanahoria fue al agua dura y fuerte, pero despuès de unos minutos se puso blanda y suave.
El huevo fue al agua con fragilidad, su interior líquido estaba protegido por una débil cáscara, pero después de haber experimentado el agua caliente caliente, se endureció por dentro.
Sin embargo, los granos de café fueron distintos. Después de estar en el agua caliente, transformaron el agua.
-¿Cuál de éstos eres tú?, preguntó el padre a su hija. ¿Qué tal?, pues cuando la adversidad golpea a tu puerta, ¿Cómo respondes?...

¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?

Una pequeña niña

Una pequeña niña fue a su habitación y sacó un frasco lleno de monedas que estaba escondido en su closet, esparció el contenido en el suelo y contó a la perfección; tres veces incluso. No había posibilidad de error.
Con cuidado regresó las monedas al frasco, cerró la tapa, salió sigilosamente por la puerta trasera y caminó seis cuadras hasta la Farmacia de Rexall, que tenía un gran signo de jefe indio sobre la puerta.
Ella esperó pacientemente a que el farmacéutico le prestara atención, porque aparentemente estaba muy ocupado por el momento. La niña movió sus pies para que rechinaran sus zapatos. Nada. Se aclaró la garganta lo más fuerte que pudo y tampoco sirvió. Finalmente, tomó 50 centavos del frasco y tocó en el mostrador de cristal. ¡Con eso fue suficiente!
-¿Y que es lo que quieres?- le preguntó el farmacéutico con tono de disgusto en la voz. - Estoy hablando con mi hermano que viene de Chicago y que no he visto en años...bueno, no quiero hablar contigo acerca de él.
- La pequeña niña le contestó con el mismo tono de impaciencia:
- El está realmente muy, muy enfermo… y quiero comprar un milagro.
- ¿Perdón?- dijo el farmacéutico.
- Su nombre es Andrés, algo malo ha estado creciendo en su cabeza y mi papi dice que solo un milagro puede salvarlo. Ahora, dime, ¿Cuánto cuesta un milagro?
- Nosotros no vendemos milagros aquí, chiquita. Lo siento pero no puedo ayudarte- dijo el farmacéutico, con voz suave.
- Oye, tengo dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré lo que falte, solo dime cuánto cuesta.
El hermano del farmacéutico, que era un hombre muy bien vestido, intervino y le preguntó a la niñita:
- ¿Que clase de milagro necesita tu hermano?
- No sé, replicó ella con los ojos muy abiertos-, yo solo sé que está muy enfermo y mami dice que necesita una operación, pero mi papi no puede pagarla, por eso quiero usar mi dinero
- ¿Cuánto tienes ahí?- le preguntó el hombre de Chicago
- Diez pesos- contestó la pequeña, apenas audible-, y ese es todo el dinero que tengo, pero puedo conseguir más si es necesario.
- Bueno, que coincidencia - sonrió el hombre. Diez pesos es el precio exacto de un milagro para los hermanitos.
El tomó el dinero con una mano y con la otra sostuvo la manita de la niña y dijo:
-Llévame a dónde vives. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Veamos si tengo el milagro que necesita.
Ese hombre bien vestido era el Dr. Carlton Armstrong, un cirujano especializado en neurocirugía. La operación fue completamente gratis y sin cargo alguno por su estancia en el hospital, hasta que Andrés regreso sano a casa. Mami y papi comentaron felices de la cadena de eventos que les trajo a todo esto
- Esa cirugía - susurraba su madre - fue un milagro real. ¡No me imagino cuanto podría costar! Tere, la pequeña niña, sonrió; ella sabía exactamente cuánto cuesta un milagro... 10 pesos... más la fe de una chiquilla.

viernes, 13 de febrero de 2009

Arriesgarse a vivir

Reír es arriesgarse a parecer un tonto.

Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.

Hacer algo por alguien es arriesgarse a involucrarse.

Expresar sentimientos es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.

Exponer tus ideas y sueños es arriesgarse a perderlos.

Amar es arriesgarse a no ser correspondido.

Vivir es arriesgarse a morir.

Esperar es arriesgarse a la desesperanza.

Lanzarte es arriesgarse a fallar.

Pero los riesgos deben ser tomados, porque el peligro más grande en la vida es no arriesgarse a nada.

La persona que no arriesga no hace ni tiene nada.

Se pueden evitar sufrimientos y preocupaciones, pero simplemente no se puede aprender, sentir, cambiar, crecer, amar y vivir...

Sólo una persona que se arriesga es libre.

Los riesgos son como abrir una puerta a lo desconocido, pero que hermoso es en la vida abrir la puerta correcta a nuestro futuro.

Atiende con una sonrisa

Un hombre escribió una carta a un pequeño hotel en una ciudad del medio oeste norteamericano, que planeaba visitar durante sus vacaciones:

"Me gustaría llevar conmigo a mi perro. Está bien educado y sabe comportarse. ¿me permitirían ustedes tenerlo conmigo en la habitación durante la noche?"

La respuesta del propietario del hotel fue inmediata y decía: "Hace muchos años que trabajo en este lugar. Durante todo ese tiempo, nunca ha venido un perro que robara toallas, la ropa de la cama o los cubiertos de plata... Tampoco los cuadros de las paredes. Jamás he tenido que llamar la atención a un canino a altas horas de la noche por estar borracho y armar escándalo, menos ha venido ninguno que se fuera sin pagar la cuenta del hotel. Esté tranquilo, su perro será bienvenido en el hotel. Y si él se hace responsable de usted, también a usted lo recibiremos con mucho gusto."

miércoles, 11 de febrero de 2009

El sol y el viento

El sol y el viento discutían sob el viento qre cual de los dos era más fuerte. La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas contra él.

-Vas a ver -dijoel viento- como con sólo echarme sobre ese hombre desgarro sus vestiduras.

Y comenzó a soplar cuanto podía. pero mientras más esfuerzos hacía, el hombre más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando.

El viento, encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba su capa. Comprendió el viento que no era posible arrrancársela.

sonrió el sol mostrándose entre dpos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre, que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el hombro.

-¿Ya ves -ledijo el sol alviento- cómo con la bondad se consigue más que con la violencia?

León Tolstoi